Alimentación infantil: 11 - 14 años
Como en etapas anteriores, es necesario que el niño conserve la sana costumbre de tomar desayuno y merienda. Estas dos comidas deben recalcar los productos ricos en glúcidos complejos (pan, cereales), los productos lácteos y las frutas. Los glúcidos complejos le aportan la energía que necesita mientras que los productos lácteos le proporcionan el calcio indispensable para su crecimiento. El consumo de fruta desde la mañana, favorece el cubrir los aportes diarios recomendados de vitamina C.
Si tu hijo prefiere jugar al fútbol antes que sentarse delante de su merienda al salir de la escuela, puedes probar con una barrita de cereales, yogur de beber y una manzana. Éstos son alimentos prácticos, deliciosos, y asocian placer y eficacia nutritiva.
La preadolescencia también es el período en que, bajo el pretexto que los niños se están haciendo mayores, los padres dudan menos a la hora de dejar al niño comer sólo. Si esta solitaria forma de comer es demasiado frecuente, el niño corre el riesgo de sentir menos placer por la comida y acortar sus comidas. Tales comidas no permiten asegurar una saciedad suficiente y conducen a "picotear" a lo largo del día. Al contrario, el niño puede compensar su soledad con la televisión corriendo el riesgo de prolongar sus comidas consumiendo demasiado queso o postres (bizcochos azucarados, helados,...) delante de la televisión.
Este tipo de desorganización de las comidas lo solemos encontrar en los casos de niños obesos. Y, como vemos, con unas simples precauciones esas consecuencias podríamos evitarlas. Es bueno, pues, instaurar un ambiente amistoso en el momento de las comidas y limitar las comidas solitarias. Las comidas equilibradas y amistosas contribuyen a un respeto ulterior del equilibrio alimenticio.
A esta edad, una de las dificultades que también solemos encontrar los padres, es conciliar las influencias exteriores que sufre el niño (publicidad, amigos,...) con una alimentación suficientemente variada y equilibrada. En el marco de una alimentación equilibrada, el 10 % de su energía puede serle aportada por el azúcar (sacarosa), a razón de 50 g diarios, aprox. Como referencias te diremos que un yogur para beber suele tener 13 gramos de azúcar por cada 100 gramos de yogur, o que un zumo de melocotón tiene 13.8 gr. por cada 100 gr. de zumo.
Debemos evitar proponerle cada día productos que contienen a la vez lípidos (grasas) y azúcar. Este cóctel es difícil de reequilibrar en su alimentación. Los refrescos azucarados también deben ser consumidos con moderación. Aunque también hay que pensar en los hijos y en sus gustos, por lo que de vez en cuando un refresco de cola, naranja, etc. no le hará ningún mal.
Con el fin de limitar el abuso de este tipo de alimentos “poco recomendables”, éstos no deben estar en la despensa o frigorífico de manera habitual. Por el contrario, debemos poner al alcance del niño todo tipo de alimentos saludables y más adaptados a su merienda. ¡Y tan sabrosos y variados como los otros! También el niño puede aprender a preparar sus meriendas, con algunas simples y sabrosas recetas que pueda realizar sólo y sin riesgo. Esto aumentará, además, el valor de esta comida.
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