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Mantenerse firme


Educación de los hijos. Firmeza de los padresSaber decir no a nuestro hijo no es siempre fácil. Sin embargo, hay que aprender a permanecer firme. Cuando nuestros "no" son verdaderamente firmes, éstos crean una buena base en el crecimiento de nuestros niños. Y debemos ser firmes, pues muchas veces la tentación de ceder o de no imponerles límites a nuestros hijos es demasiado fuerte. Y es que en ocasiones la idea de frustrarlos nos trastorna: no queremos jugar el papel de malos con ellos, preferimos evitar un conflicto, etc.

Pero la frustración es necesaria. Tenemos, por tanto, que asumir los desacuerdos que seguro existirán con nuestros hijos. Nos atreveríamos a decir, incluso, que estos desacuerdos son hasta necesarios. Es instructivo para el niño enfrentarse a la oposición de sus padres y afrontar su contestación. Y el adulto debe aguantar, siempre respetando la posición del niño que es legítima, por supuesto. "¿Te gustarías mucho? Lo comprendo, pero no puede ser." o "Creo que estás decepcionado, triste, enfadado, y te comprendo. Es difícil no hacer siempre lo que se quiere cuando se quiere, pero tiene que ser así". Los niños necesitan "golpearse" con los límites de la realidad para crecer. Estos límites, son particularmente nuestros "no" que los imponen.

El niño necesita que el "no" sea no. Sin embargo, tampoco debemos caer en una rigidez extrema y ciega. Debemos ser capaces de encontrar un equilibrio justo entre demasiadas prohibiciones y demasiada libertad. Pero en el momento que se dice "no", debe ser "no". El niño pondrá a prueba ese "no". Es su papel. Haciéndolo, él nos invita a entender nuestros propios "no": ¿"no" porque es la ley?, ¿porque soy demasiado pequeño?, ¿Porque tienes miedo?, ¿"no" todo el tiempo o sólo cuándo está la abuela aquí?,… Entender (y reconocer) nuestros diferentes "no" nos ayudará a afrontar serenamente las infatigables preguntas.

Ayudaremos también al niño precisando nuestro "no": "corres peligro de cortarte", "no tengo tiempo", "no quiero",... Estas precisiones serán lo más concretas posibles con un niño que todavía no tiene la edad de juicio. Pero podrán hacerse explicaciones más extensas con niños de más de siete años. Y también abrirán eventualmente debates con los jóvenes adolescentes.

Una última apreciación: si nuestros "no" son verdaderos "no", entonces nuestros "sí" deben serlo también, deben ser "sí" de verdad. No "sí - no" ni " sí, pero...". "Sí" es "sí". Éstos, igual que los verdaderos "no", son importantísimos en la formación de nuestros hijos.




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